La Agronomía ha significado para el ser humano desde sus orígenes una de las actividades más importantes y vitales, porque tienen relación con el sustento alimenticio en las sociedades. Los alimentos nutritivos son producidos justamente en el campo y pueden ser tanto para la exportación generando divisas y empleos, como para el consumo del país, pues el alimento es parte de la soberanía nacional.
Debido a la gran cantidad de ciencias que conforman la Agronomía, el profesional agrícola puede especializarse en diversas áreas tales como la protección de cultivos, el estudio de los suelos, la nutrición de plantas, la fisiología, la mejora genética vegetal y la biotecnología, el mercadeo, la producción, etc. Los agrónomos del futuro deberán ser profesionales muy versátiles e innovadores, cada vez más capacitados en las distintas áreas del conocimiento y de nuevas tecnologías de producción que se desarrollan de manera eficiente y respetuosa del ambiente.
La historia nos enrostra la incapacidad del hombre a lo largo de la historia de acabar con el hambre, una situación que se ha visto agravada en los últimos años por el constante crecimiento poblacional. El elevado número de habitantes del planeta hace que la demanda de alimentos sea cada vez mayor, algo que ha chocado frontalmente con las limitaciones agrarias existentes.
Cada vez son menos las hectáreas disponibles para destinar al cultivo y poder así incrementar la producción. Los países ven como las tierras abarcadas por sus fronteras no son suficientes para producir los alimentos necesarios para cubrir la demanda alimenticia de su población. Países como China están comprando tierras en el extranjero para su propio autoabastecimiento.
Ante esta crítica situación, se pone de manifiesto la importancia que la investigación agronómica tiene para hacer frente a estos retos. La ciencia aplicada a la agricultura está permitiendo producir más con menos, ayudando a reducir las asimetrías entre producción y demanda de alimentos.
La agricultura es extremadamente vulnerable al cambio climático. El aumento de las temperaturas termina por reducir la producción de los cultivos deseados, a la vez que provoca la proliferación de malas hierbas y pestes. Los cambios en los regímenes de lluvias aumentan las probabilidades de fracaso de las cosechas a corto plazo y de reducción de la producción a largo plazo. Aunque algunos cultivos en ciertas regiones del mundo puedan beneficiarse, en general se espera que los impactos del cambio climático sean negativos para la agricultura, amenazando la seguridad alimentaria mundial.
Ante esta perspectiva, hacemos un llamado a los jóvenes que aspiran a ser profesionales abrazar esta carrera comprometida con el desarrollo y asumir el reto que vislumbra el futuro. El futuro de los alimentos será un gran desafío. Entre el cambio climático y el crecimiento demográfico, los suministros de agua dulce serán cada vez más escasos y la cantidad de tierra disponible para la agricultura se encogerá.
Mientras tanto, en la medida en que más países se hacen más ricos, exigirán precios más altos y mejores alimentos. Esto dará lugar a la aparición de la ingeniería agronómica como una de las carreras más importantes del mediano plazo.
Decano